Mi hija Marta ha encontrado un trabajo tappersex. Yo no sabía lo que era eso hasta que ella me lo explicó. Cuando pienso en lo que nos costó sus estudios universitarios y los esfuerzos que ha ido invirtiendo, tantas horas estudiando y sacrificando parte de su juventud para llegar a tener su título de psicóloga para después no encontrar trabajo. Me da mucha pena y mucho coraje.

 

Pero, como dice ella, también eso le servirá de experiencia. Dice que un trabajo tappersex es muy enriquecedor y permite complementar su formación universitaria. Un poco como caldo de cultivo para la psicología y la terapia de pareja o la terapia sexual. Todo suma y todo es importante, me dice ella. Creo que tiene razón, pero mi marido, a pesar de tener solo 45 años, es un poco troglodita.

 

Así que eso de tener un trabajo tappersex no le hace ninguna gracia. De hecho está intentando encontrarle un trabajo como loco. Con tal de no empezar en este otro. Yo no lo entiendo porque las condiciones laborales son muy buenas y Marta conoce a otra chica que también trabaja en eso y está muy contenta. Así que no sé cómo acabará todo.